Este señor de la foto de llama Eusebio. Cuando le conté a mi mamá a quién estaba yo leyendo me dijo «ah! A Don Chebo?» Y entendí de donde venía el tal apodo de ese nombre, aunque su nombre significa en griego «uno que es relevante, piadoso o devoto, para nada la connotación que le damos al «don Chebo» aquí en Guate! No muy popular en nuestros días el nombre dichoso 😉
El hecho es que estoy leyendo la magnífica obra que nos dejó legada. Este personaje fue el historiador de la iglesia cristiana durante sus primeros 300 años. Escribió muchísimas obras además de sus 10 libros detallando la historia de la iglesia, es decir, qué paso después de Jesús, sus apóstoles, cómo sufrieron y proliferaron los primeros cristianos hasta que se declaró el cristianismo la «religión oficial», etc. Sus escritos, sin embargo, son muy intensos, su griego demasiado enredado y la cantidad de información difícil de interpretar es abrumadora. A él le importaba más registrar las cosas que arreglar su prosa, por eso hay que encontrar un buen editor y traductor. Paul L. Maier resulta ser el mejor hasta el momento, que yo he encontrado, les recomiendo su libro de buena gana.
En el primer libro de la Historia de la Iglesia de Eusebio, acerca de la persona de Cristo, encontré una explicación fenomenal que resume la saga de la historia humana y los relatos bíblicos de una forma brillante, aquí se las dejo por si alguna vez les saltan las dudas acerca de porqué todo ha pasado como ha pasado, y sobre todo:
¿porqué Jesús, como Hijo de Dios, no se le reveló a la humanidad desde el principio y, más importantemente, porqué no ejecutó la redención de la raza humana un día después de que el primer hombre echó a perder el plan?
Me gustó muchísimo esta explicación y saco textualmente las páginas 18 y 19 del libro que empecé a leer ayer y que continuaré leyendo por los próximos días.
La razón de que no fuera [Cristo Jesus] proclamado desde la antiguedad a todos los hombres y a todas las naciones, como ahora, se explica de la siguente manera. En el pasado, la humanidad no era capaz de comprender la enseñanza de Cristo en toda su sabiduría y virtud. Al principio, después del original estado de bienaventuranza, el primer hombre desechó el mandamiento de Dios y cayó en este estado mortal, cambiando el deleite del cielo por la maldición de la tierra. Sus descendientes, que llenaron nuestro mundo, se mostraron aun peor, excepto por uno o dos de ellos, y escogieron una existencia brutal y una vida que no vale la pena vivir. Entre ellos, la ciudad, el estado, el arte, el conocimiento, las leyes, la virtud o la filosofía no se conocían ni por nombre, y vivían como nómadas salvajes en el desierto, destruyendo al razón y la cultura por un derramamiento excesivo de maldad. Entregados a una depravación absoluta, se corrompían y mataban unos a otros, practicando también la antropofagia [Uy, hay que googlear esto] , y en su locura llegaron a prepararse para guerrear contra el mismo Dios y lucharon las famosas batallas de los gigantes, en su intento de fortificar la tierra contra el cielo y, en su delirio, de presentar batalla al mismo supremo Señor.
Como respuesta, Dios les envió inundacione se incendios devastadores, hambres y plagas, guerras y rayos, con castigos más y más severos, queriendo refrenar la pestilente dolencia de sus almas. Luego, justo cuando el inmenso diluvio de maldad casi había ahogado a la humanidad, la Sabiduría de Dios, su primogénita y primera formada, el mismo Verbo preexistente, apareció en su gran bondad, como una visión angélica o en persona como el poder salvador de Dios a uno o dos de los temerosos de Dios de la antigüedad, pero siempre en forma humana, por cuanto no lo podrían recibir de ninguna otra forma.
Cuando ellos a su vez hubieron sembrado las semillas de la verdadera religión entre muchos, [ojo: Eusebio vivió en los primeros 300 años DC, aquí la «religión», palabra que los cristianos ahora hemos aprendido a despreciar, hablaba de la fe, de la escogencia de culto a un Dios en vez de otros dioses, asi que no leamos este escrito como si fuera de nuestros días 😉 ] apareció toda una nación, surgida de los hebreos y practicando la verdadera religión. A ellos, por medio de el profeta Moisés, les reveló imágenes y símbolos de un místico Sábado y de la circuncisión, así como instrucciones en otros principios espirituales, pero no una completa revelación de los misterios, porque estaban ellos aún retenidos por viejas prácticas. Pero cuando su ley se hizo famosa y penetró en todas partes como una brisa fragante, las mentes de los más de los paganos quedaron moderadas por legisladores y filósofos. La salvaje brutalidad de tornó en gentileza, de modo que prevalecieron una profunda paz, amistad y fáciles comunicaciones.
Luego, por fin, cuando toda la humanidad en todo el mundo estaba lista para recibir el conocimiento del Padre, aquel mismo Verbo de Dios apareció al principio del Imperio Romano en forma de un hombre, de una naturaleza como la nuestra, cuyas obras y padecimientos se ajustaban con las profecías de que un hombre que sería también Dios haría unas obras extraordinarias y enseñaría a todas las naciones el culto del Padre. También habían predicho el milagro de su nacimiento, su nueva enseñanza, sus maravillosas obras, la manera en que moriría, su resurrección de entre los muertos, y , finalmente, su recibimiento en el cielo por el poder de Dios.
Y luego de esto Eusebio cita profecías aún no cumplidas, de cuando el tiempo se cumpla para que este Rey regrese de nuevo a la tierra, que es lo que esperamos los que amamos su venida mientras cultivamos en nuestro corazón un deseo de verlo, y un desapego mayor a la forma en que los seres humanos nos aferramos a este mundo tal y como lo conocemos y a nuestras propias aspiraciones separadas de esta noticia formidable de que Él vendrá de nuevo componerlo todo. A develar por completo su Reino, que ahora solo existe en nuestros corazones y en un ámbito espiritual que no podemos ver completamente a menos que hayan expresiones físicas de su sobrenaturalidad, lo cual es una excepción, no la regla.
Yo había aprendido a explicar la Biblia en 30 minutos, es decir, el argumento, los libros, la historia que se hilvana. Este pedazo de texto me abrió el panorama un poco más y me pareció muy atinado para los que meditamos y le preguntamos cosas al Señor. Esa es al final, una de las actividades que haremos eternamente más que otras: preguntar, inquirir, estar fascinados con las profundidades de conocer a Dios y los tesoros que hay en Él.